EL CUARTO REY MAGO … “La fascinante historia de un hombre en la incansable búsqueda del verdadero significado de la vida”. Era la fecha en que nacería, según las profecías y como ya estaba escrito según la voluntad de Dios, el salvador del mundo; los tres reyes magos se reunirían en un lugar ya acordado para partir al magnífico suceso. Sin embargo un cuarto rey mago llamado Artabán, que no fue ficticio, sino que en realidad existió y que pertenecía a la casta de los magos del Oriente de igual forma que los tres reyes magos conocidos tradicionalmente: Melchor, Gaspar y Baltasar. Artabán era miembro de la casta sacerdotal Zoroastra de los Medos y los Persas; Artabán siendo el más brillante de estos sabios se preparaba pues, para llegar a la reunión de los magos de donde se partiría hacia el lugar del nacimiento del salvador del mundo, rey de los judíos, lugar el cual creían que sería la ciudad de Jerusalén, para lo qué, Artabán vendió todas sus pertenencias y compró tres piedras preciosas, una gema, un rubí y una perla, regalos que presentaría al rey y no había otra cosa que le importara más en la vida.. Para hacer su viaje lo acompañaba su esclavo Orontes y como despedida Algarúz, su padre, le dio la bendición y partió; sin embargo, aquí comienza el azaroso peregrinar de este cuarto rey mago porque en primer lugar llega tarde a la cita concertada, pero con mucha fe y basado en sus grandes conocimientos de astrología confiaba en alcanzarlos en un lugar no muy lejano y agregarse a ellos, y se puso pues en marcha por el desierto, pero le acontece un primer suceso que lo retrasa aún más, y, se trataba de un hombre que dejado a su suerte se encontraba a punto de morir en la soledad del desierto. Al verlo Artabán no pudo pasar de largo y se quedó a socorrerlo, no pudo desoír los llamados de su corazón, lo cual significaba mayor retraso para alcanzar a sus amigos los demás magos. Una vez que curó al atribulado prosiguió su camino asistido por Orontes su esclavo, más adelante le salió al paso una colonia de indigentes y delincuentes que detuvieron su andar y lo asaltaron arrebatándole las joyas que aun tenía lo, hicieron comparecer ante la lideresa de la gavilla, ella al darse cuenta que él era un mago le rogó que le curase a los leprosos y a los enfermos de que allí se adolecía, él se compadeció y se quedó un día y muchos más para aliviar sus enfermedades, no contento con esto se quedó por años a enseñarlos a vivir con decoro, pues los enseño a cultivar la tierra y a vivir con el sudor de su frente. La esperanza por conocer al salvador ya había muerto y decidió darle la libertad a su esclavo; Orontes llegó a Jerusalén haciendo uso de su libertad, lo acompañaba el ciego hijo de la lideresa de la colonia, ceguera que Artabán no pudo curar, ese ciego oyó de los miagros de Jesucristo y se fue tras él, la turba lo empujó y lo empujó y lo hicieron llegar hasta a él y se lo presentaron, Jesús se compadeció y le devolvió la vista; Orontes y el ciego regresaron a la colonia a enterar a Artabán de lo sucedido; Artabán por fin dio con Jesús después de 33 años de su nacimiento. Artabán llegó en el tiempo de la pasión, lo buscó en Getsemaní y en el lugar de la última cena y encontró a Pedro y éste se lo negó, la redención se consumó. Artabán enfermo y en su agonía, al tiempo de la resurrección de Jesús se le apareció y él lo reconoció y le dijo: “toda mi vida te he buscado Señor y ahora que te encuentro ya no tengo nada que regalarte”, el señor le contestó: tu ya me has regalado; ¿yo qué te he regalado Señor? –Le preguntó- , “La misericordia que tuviste por mis más insignificantes y más pequeños me lo hiciste a mí”; en ese momento Artabán expiró abrazado en el seno del Señor. Orontes regresó a la colonia de los indigentes a continuar el ejemplo de Artabán. Por: Marisol Morales Sánchez. Revista “Mi Tierra”. EL CUARTO REY MAGO … “La fascinante historia de un hombre en la incansable búsqueda del verdadero significado de la vida”. Era la fecha en que nacería, según las profecías y como ya estaba escrito según la voluntad de Dios, el salvador del mundo; los tres reyes magos se reunirían en un lugar ya acordado para partir al magnífico suceso. Sin embargo un cuarto rey mago llamado Artabán, que no fue ficticio, sino que en realidad existió y que pertenecía a la casta de los magos del Oriente de igual forma que los tres reyes magos conocidos tradicionalmente: Melchor, Gaspar y Baltasar. Artabán era miembro de la casta sacerdotal Zoroastra de los Medos y los Persas; Artabán siendo el más brillante de estos sabios se preparaba pues, para llegar a la reunión de los magos de donde se partiría hacia el lugar del nacimiento del salvador del mundo, rey de los judíos, lugar el cual creían que sería la ciudad de Jerusalén, para lo qué, Artabán vendió todas sus pertenencias y compró tres piedras preciosas, una gema, un rubí y una perla, regalos que presentaría al rey y no había otra cosa que le importara más en la vida.. Para hacer su viaje lo acompañaba su esclavo Orontes y como despedida Algarúz, su padre, le dio la bendición y partió; sin embargo, aquí comienza el azaroso peregrinar de este cuarto rey mago porque en primer lugar llega tarde a la cita concertada, pero con mucha fe y basado en sus grandes conocimientos de astrología confiaba en alcanzarlos en un lugar no muy lejano y agregarse a ellos, y se puso pues en marcha por el desierto, pero le acontece un primer suceso que lo retrasa aún más, y, se trataba de un hombre que dejado a su suerte se encontraba a punto de morir en la soledad del desierto. Al verlo Artabán no pudo pasar de largo y se quedó a socorrerlo, no pudo desoír los llamados de su corazón, lo cual significaba mayor retraso para alcanzar a sus amigos los demás magos. Una vez que curó al atribulado prosiguió su camino asistido por Orontes su esclavo, más adelante le salió al paso una colonia de indigentes y delincuentes que detuvieron su andar y lo asaltaron arrebatándole las joyas que aun tenía lo, hicieron comparecer ante la lideresa de la gavilla, ella al darse cuenta que él era un mago le rogó que le curase a los leprosos y a los enfermos de que allí se adolecía, él se compadeció y se quedó un día y muchos más para aliviar sus enfermedades, no contento con esto se quedó por años a enseñarlos a vivir con decoro, pues los enseño a cultivar la tierra y a vivir con el sudor de su frente. La esperanza por conocer al salvador ya había muerto y decidió darle la libertad a su esclavo; Orontes llegó a Jerusalén haciendo uso de su libertad, lo acompañaba el ciego hijo de la lideresa de la colonia, ceguera que Artabán no pudo curar, ese ciego oyó de los miagros de Jesucristo y se fue tras él, la turba lo empujó y lo empujó y lo hicieron llegar hasta a él y se lo presentaron, Jesús se compadeció y le devolvió la vista; Orontes y el ciego regresaron a la colonia a enterar a Artabán de lo sucedido; Artabán por fin dio con Jesús después de 33 años de su nacimiento. Artabán llegó en el tiempo de la pasión, lo buscó en Getsemaní y en el lugar de la última cena y encontró a Pedro y éste se lo negó, la redención se consumó. Artabán enfermo y en su agonía, al tiempo de la resurrección de Jesús se le apareció y él lo reconoció y le dijo: “toda mi vida te he buscado Señor y ahora que te encuentro ya no tengo nada que regalarte”, el señor le contestó: tu ya me has regalado; ¿yo qué te he regalado Señor? –Le preguntó- , “La misericordia que tuviste por mis más insignificantes y más pequeños me lo hiciste a mí”; en ese momento Artabán expiró abrazado en el seno del Señor. Orontes regresó a la colonia de los indigentes a continuar el ejemplo de Artabán. Por: Marisol Morales Sánchez. Revista “Mi Tierra”.


EL CUARTO REY MAGO

… “La fascinante historia de un hombre en la incansable búsqueda del verdadero significado de la vida”.

Era la fecha en que nacería, según las profecías y como ya estaba escrito según la voluntad de Dios, el salvador del mundo; los tres reyes magos se reunirían en un lugar ya acordado para partir al magnífico suceso. Sin embargo un cuarto rey mago llamado Artabán, que no fue ficticio, sino que en realidad existió y que pertenecía a la casta de los magos del Oriente de igual forma que los tres reyes magos conocidos tradicionalmente: Melchor, Gaspar y Baltasar. Artabán era miembro de la casta sacerdotal Zoroastra de los Medos y los Persas; Artabán siendo el más brillante de estos sabios se preparaba pues, para llegar a la reunión de los magos de donde se partiría hacia el lugar del nacimiento del salvador del mundo, rey de los judíos, lugar el cual creían que sería la ciudad de Jerusalén, para lo qué, Artabán vendió todas sus pertenencias y compró tres piedras preciosas, una gema, un rubí y una perla, regalos que presentaría al rey y no había otra cosa que le importara más en la vida.. Para hacer su viaje lo acompañaba su esclavo Orontes y como despedida Algarúz, su padre, le dio la bendición y partió; sin embargo, aquí comienza el azaroso peregrinar  de este cuarto rey mago porque en primer lugar llega tarde a la cita concertada, pero con mucha fe y basado en sus grandes conocimientos de astrología confiaba en alcanzarlos en un lugar no muy lejano y agregarse a ellos, y se puso pues en marcha por el desierto, pero le acontece un primer suceso que lo retrasa aún más, y, se trataba de un hombre que dejado a su suerte se encontraba a punto de morir en la soledad del desierto. Al verlo Artabán no pudo pasar de largo y se quedó a socorrerlo, no pudo desoír los llamados de su corazón, lo cual significaba mayor retraso para alcanzar a sus amigos los demás magos. Una vez que curó al atribulado prosiguió su camino asistido por Orontes su esclavo, más adelante le salió al paso una colonia de indigentes y delincuentes que detuvieron su andar y lo asaltaron arrebatándole las joyas que aun tenía lo, hicieron comparecer ante la lideresa de la gavilla, ella al darse cuenta que él era un mago le rogó que le curase a los leprosos y a los enfermos de que allí se adolecía, él se compadeció y se quedó un día y muchos más para aliviar sus enfermedades, no contento con esto se quedó por años a enseñarlos a vivir con decoro, pues los enseño a cultivar la tierra y a vivir con el sudor de su frente. La esperanza por conocer al salvador ya había muerto  y decidió darle la libertad a su esclavo; Orontes llegó a Jerusalén haciendo uso de su libertad, lo acompañaba el ciego hijo de la lideresa de la colonia, ceguera que Artabán no pudo curar, ese ciego oyó de los miagros de Jesucristo y se fue tras él, la turba lo empujó y lo empujó y lo hicieron llegar hasta a él y se lo presentaron, Jesús se compadeció y le devolvió la vista; Orontes y el ciego regresaron a la colonia a enterar a Artabán de lo sucedido; Artabán por fin dio con Jesús después de 33 años de su nacimiento. Artabán llegó en el tiempo de la pasión, lo buscó en Getsemaní y en el lugar de la última cena y encontró a Pedro y éste se lo negó, la redención se consumó. Artabán enfermo y en su agonía, al tiempo de la resurrección de Jesús se le apareció y él lo reconoció y le dijo: “toda mi vida te he buscado Señor y ahora que te encuentro ya no tengo nada que regalarte”, el señor le contestó: tu ya me has regalado; ¿yo qué te he regalado Señor? –Le preguntó- , “La misericordia que tuviste por mis más insignificantes y más pequeños me lo hiciste a mí”; en ese momento Artabán expiró abrazado en el seno del Señor. Orontes regresó a la colonia de los indigentes a continuar el ejemplo de Artabán.
Por: Marisol Morales Sánchez. Revista “Mi Tierra”.






“La navidad en el papantón”
-Me vine desde Chicago-


Este año no pude ir al pueblo, y para disipar la melancolía, me hice a la calle, me fuì pàl centro pues. Andaba yo caminando por las bulliciosas avenidas, iluminadas por los enormes escaparates que aquí llaman, “show Windows” ¡que parece de día!
Allá por las alturas se vislumbran los rascacielos que también les dicen “sky scrapers” sus siluetas difusas semejan fantasmas inventados por ALFRED HITCHKOK como se lo hiciese  para asustarnos.
Se pone uno a pensar, tanta gente que se ve en las de Caín, porque no tener  trabajo, y uno que tiene trabajo stedy ; hay que sacrificarse tantito men. Al cabo que CHICAGO es re bonito mano,  apoco nò?


Pues así, a veces atolondrado, a veces pispireto que veo una señora vendiendo tamales calientitos con atole a un lado de la SEARS y que me le prendo; huele sabroso. Y allí en el corazón de esta enorme urbe, mi vista topo con una pequeña fuentecilla, pues me senté en el brocal a capotearme mis tamales y mi atole.
Conforme iba asimilando lo calientito de los tamales y el sorbo de atole que estaba como para pelar pollos, se fue encendiendo mi imaginación, y comencé a ver, la calle real de Juanacatlàn… , me topé con fulano con zutano, mangano y perengano era un qiu-vo de nunca acabar, mano.
Comencé luego a ver el atardecer de la noche buena, conforme avanzaba el crepusculo,   se acentuaba más y más el aroma que despiden la flora de los montes y comencé a ver los guizachales  titiritando de frio. El papantón se extendió ante mi vista; siempre misterioso y siempre enigmático quien sabe que tiene?
Pude ver  las  casi transparentes vetas de nubosidad que se asientan por todo el bajío desde juanacaistle hasta el ranchito de los cortes a lo largo y ancho de las faldas del cerro. Por el empedrado que va al saucillo vienen bajando dos hombres,  arreando unos burros con dos costales de maíz cada uno, ya los conocí; uno es chávelo y el otro es tarriano, ya me vieron y me reconocieron, ¡qiu-vo! ¿Viniste vale? ¡Ah mira! qué bueno que vengas de vez en cuando pues, para  què  no te olvides del pueblo y de nosotros,   que gusto me diò  haberlos saludado vale. Según yo, me agarro sueñazo y me fui a dormir para la casa.
Luego luego desperté y el sol ya estaba macizó, me hice un bastimento con unas empalmadas, las metí al morral y agarre un bule con agua, y me encamine para la campiña del pueblo, cuando iba subiendo comenzaron a aparecer los desmontes con el suelo ya trillado y ostentando los monos de rastrojo reseco, que el sol los hace brillar como oro viejo y también los hace brillar como cetros del trabajo del hombre.
Así recreándome con el esplendor de la mañana ya me dio hambre, al brincar una cerca de piedra para buscar baraña, para la lumbrada, irrumpió desde un zacatal seco el despavorido aletear de una parvada de codornices que se asustó con mi brinco, ¡para haber traído aunque sea una reportera!
Y así, por el estilo, echando mano de la imaginación pude gozar esta navidad en el encanto del cerro del papantón.

Revista: “Mi Tierra”            POR: Bernardo Morales Barba.


Un corazón sin navidad.

Dios imprime en la conciencia el  ansia de ser feliz, de dos formas:  Una con él y en él, aunque sea por la ley natural, al menos, ya que no se posea el conocimiento de la revelación  o la tradición cristiana.
La otra forma es: sin él, una particular forma de estar en él, es: observar y reflexionar sobre la solemnidad de la navidad, en lo que el fiel creyente  se regocija, en  la conmemoración de su venida al mundo y lo festeja de mil maneras, desde sencillas e ingenuas , hasta ingeniosas, sofisticadas y fantásticas.
Quien pretende vivir sin Dios lo hace de tal forma, por que, ante todo en conciencia somos libres,  para quien prescinde de Dios, no hay regalos, le molestan las felicitaciones, no recurre a la casa de oración, no adorna ni su casa ni su corazón, solo deambula en medio de la atmosfera, de semblantes radiantes y henchidos de  gozo, por solo haber obsequiado un regalo a sus  hijos con motivo de la navidad y haber regalado a esta tan solo un pensamiento. Al  que no le importan las cosas de Dios, permanece con semblante adusto rodeado de felicidad, ajeno a esa felicidad.










Revista: “Mi Tierra”  
Por: Bernardo Morales Barba.













*****   El estado de derecho  *****

   Es el conjunto de leyes a que está sometida toda sociedad civil. Y es una prueba de civilización y a la vez,  es el fundamento para hacer prevalecer el orden entre la humanidad.
El estado de derecho comprende muchos rubros. Hay derecho entre países, hay derecho al culto, hay derechos entre personas, y hay derecho de la autoría intelectual y hay derecho a la propiedad privada.
¿Cómo sería el mundo si no hubiera derecho? Seguramente que al regresar uno a su casa del trabajo o de algún mandado cabría la posibilidad que alguien ya la  estuviera  ocupando, y yà  no nos iban a dejar entrar  y entonces eso querría decir que ya no tendríamos casa donde proteger nuestro frágil cuerpo de la inclemencias del tiempo. Simplemente porque a ese alguien se le prendió el foco. De que metiéndose a cuerón y agarrarlo a uno en esos ratos (que todos tenemos de inseguridad).para mandarlo a uno a la reverenda calle.
Aunque existe el “derecho” algunos rufianes recurren a la falsificación de la firma. Afortunadamente para la causa del derecho se cuenta con “peritos” que pueden dictaminar con absoluta certeza si una firma es falsa o  autentica.
Pero nunca se debe de dudar, que no deja de haber esta cepa de sujetos. ¡y que encima! Andan entre nosotros y hasta pueden ser de la misma familia.
Quizá para alguien, esta consideración imaginaria suene algo ridículo.  Pero  no está por demás  saber ponderar los valores humanos como el “respeto obligado”.




Revista: “Mi Tierra”
Por: Bernardo Morales Barba.












*****    Aquel hermoso Río.   *****

Quienes conocieron el rio en todo su esplendor tres o cuatro décadas atrás, de vez en cuando tocan el tema largo y tendido y se recrean recapitulando mentalmente aquel  añorado “estado de éxtasis” o encanto en que se vivía en lo que fuè y hasta cierto grado y  sigue siendo este paradisiaco lugar.
Decía el “vigo” (Salvador Valdivia) en algunas reflexiones que él se hacía, de entre sus propios devaneos psicológicos, este pueblo es engridor, de donde andes “has de volver aquí” y es que, es bonito nuestro pueblo, lástima que no merezcamos porque ira: viéndolo bièn, si no hubiera autoridad aquí, nos comíamos unos a otros, ……y así por el estilo, pues.
Hoy día sin embargo, se  pueden percibir cambios positivos en la mentalidad de  las personas y por ende, en la actitud que prevalece en la convivencia cotidiana de este pueblo de Juanacatlán.  Como ejemplo a lo  anterior, se pueden citar varios de diversa índole; políticos, religiones, sociales, culturales, futuristas en fin. etc.
¡Es un amor! El poder recapacitar sobre el hecho, de poder contemplar, como espontáneamente se reúne un selecto e indeterminado número de hombres sabios a intercambiar sus impresiones acerca de los devenires de todos los tiempos.
Allí en la plaza, se arman las asambleas no programadas, bajo las frondosas y frescas sombras de los árboles de trueno, que se posan sobre, sobre las reclinadas bancas de cemento  y desde  donde cómodamente se derivan toda suerte de reflexiones no obstante así las cosas, uno de los saludos iniciales es: ¡no viniste ayer! ¿Pos donde andabas?
Retomando el tema que nos ocupaba del rio. En una de esas conferencia de la plaza, que a veces parecen “concilios ecuménicos” por el fervor que allí oscila, tomo la palabra don José Gonzales (güecho) diciendo: mira no lo vas a creer, yo una vez vi a Sostenes cargando una carpa, en el lomo ¡de este pelo! Hubieras visto nomas, mira, con esto te digo todo, si la aigan puesto parada fácilmente me llegaba al pecho, ¡la hija de su chingada madre!  Y ya vez , mi estatura que estoy más o menos alto, como puedes ver pues. A esto todos movieron la cabeza en señal de consentimiento; y a esto el chango salió por allá, “con razón la gente de antes diario andaba con la batería bien cargada.
Jamás volverá  el río a ser como era,  antes, pero si la gente se concientizara y se politizara a la altura de los tiempos, si podría   hacer  que cuales quier gobierno del partido que fuese  se viera obligado a cumplir con la demanda del pueblo, pero esto solamente se alcanzara así lo quisiera  la  gente, y no cuando  algún protagonista aparecido, solo quiera sacar provecho personal de la ocasión.

Revista: “Mi Tierra”                                                              por: Bernardo  Morales Barba


Después de la navidad.

            Permanecimos en su espera, desde antes que comenzara Diciembre, para que la Navidad se pusiera en su apogeo, con todo y su víspera de la noche buena. Pues bien, fue de notar, lo frío de estos dos días, esta vez, si se puede decir que tuvimos  una Navidad invernal.
También fue de notar el, “estallido de  desbordes emocionales” expresiones de la idiosincrasia de la gente, o su modo de manifestar sus emociones,  por más que se les puntualiza que la navidad es una observancia de interioridad y recogimiento queda clarisisìsimo que a la gente no le gusta a así, y siempre  se salen con la suya.
Los parroquianos, en sus barrios en común acuerdo, desde muy temprano empezaron a cerrar calles y a disponer de las mesas y sillas para recibir el  advenimiento de la noche buena con abundancia de comilonas de todas suertes, ¡verdaderos banquetes! En media calle, con fogatas y hasta meneando el caso de los chicharrones.
¡Fue una de cuetes! (de los dos). Eran las 4 de la mañana y todavía se oía un estruendoso ruido en todo el pueblo, ruido de motores, luces pirotécnicas, truenos, humo….  “que traite a mi compadre, que se venga a echar un vino” y pura de esas.
Por momentos pensé que no salían la noche, pero le pedí a dios que la libraran, ¡porque al fin y al cabo! “los caminos de Dios son insondables”.
Al otro día el mero 25, se pudieron ver varios trompeados, y otros pegando unos vosteceadones, (que hasta se les veían las anginas).
Mayormente quedo manifiesto, que la gente se portó bien, pues, no hubo nada que lamentar, ¡a Dios gracias!
Los días después de la Navidad han sido, más hermosos, físicamente, nítidos, con sol radiante, y menos frío, y más apacibles. Se antoja a decir que: “la sensación navideña, aquí en el pueblo se está prolongando”.
Por: Bernardo
Morales
Barba
Revista:
“Mi Tierra”














Recreándose en el papantón.

Un día cualquiera, de nuestra vida se nos iluminò el cerebelo  y nos escapamos para el papantón. Nos apeteció llenarnos de naturaleza y meternos dentro de ese cielo despejado que se ostenta de punta a punta; por todo lo largo y ancho de  este hermoso y mágico cerro; que siempre está vigilando a nuestro singular pueblo de Juanacatlán.
Decididos a consagrar todo el día allá, nos pusimos: vestidos, montados  y armados; hicimos un altero de tacos de diferentes cazuelas que hasta  fríos se antojaban; llenamos un bule grande de agua, a la vieja usanza, y llenos de júbilo nos pusimos en camino.
Cuando nos emparejamos, a la altura del ranchito de los Cortez, ya se sentía el suave cachetear del viento que pegaba en nuestros rostro y hasta nos refrescaba la mollera.
¡Y con otra mano! ¡Una saludadera! Tantísima gente,  yendo y viniendo  desde y para las afueras del pueblo, esto es ¡bellísimo! Bueno, yo creo que se necesita un brazo mecánico para dar abasto a todos los transeúntes que se encuentra uno.
Una vez, por el camino ascendente  podíamos observar la propiedad de los “desmontes” ya todo está debidamente deslindado,  hay orden en este sentido. Más que un desmote , las propiedades que van desde 1 a 5 hectáreas o más, parecen más bien “fincas campestres”  o pequeños vergeles del cerro.
La mayoría de los desmonteros, son fabriqueños que después de su jornada en la fábrica, se dedican a acariciar su segundo hogar; ya pretilando las piedras, ya regando los nuevos árboles frutales, ya  cazangueando los  crecidos zacatales que en cuanto lo cortan ya están igual otra vez. En fin así por el estilo.
Luego de tanto recrearse sintiéndonos como esos pájaros que vuelan por los aires detuvimos nuestro andar bajo la frondosa sombra de un enorme tabachin y mientras mis acompañantes hacían la lumbrada para calentar los tacos;  yo sentado en una enorme piedra, me puse a recapacitar, como sería la campiña sin estos propietarios?  Sería una belleza en soledad.
Bueno pues, desde esta hermosa contemplación, ya de plano voy a desechar la personal intención de comprarme un desmonte aquí, porque creo que así, como está el cerro, así está bien, ¡muy bien!
Cuando regrese a los ángeles a seguir trabajando, voy a cuidar mejor mi trabajo, y cada vez que quiera volver al papantón a comer estos tacos calientitos, y por alguna razón no pueda hacerlo...  ….   solamente serrarè  los ojos y recapitularè  este día que estoy viviendo hoy las veces que yo deseé.

Revista: “Mi Tierra”
Por: Bernardo Morales Sanchez.


“Rapsodia a la cantina”

Diferente al modo tradicional de vida, dentro del cual, es más viable  la  búsqueda del bienestar y la prosperidad de las gentes y el sostenimiento de la paz social se desprende de lo que se da a llamar “La vida disipada”. Se le llama también vida aciaga o vida desordenada. Por qué no se ajusta a un esquema de vida claro; en ese ambiente lo único claro que es  la “desobediencia”.
Los gobiernos que se rigen por un código moral procuran enclaustrar estos no modelos de vidas en áreas claramente delimitadas que se llaman “zonas de tolerancia” en  donde se les confiere absoluta libertad en la vida que eligieron; siempre y cuando no incurran en delitos o crímenes.
Estos lugares se sostienen de las mismas gentes que viven la vida modelo de la cual se sienten aburridos o infelices y concurren a buscar felicidad ya sea por medio del ambiente o búsqueda de consuelo.
Aconteció que una vez viajando hacia en un suburbio de una gran urbe en un carro modelo 63 y por una avenida que se prolonga por una longitud como de 50 Km.; apareció ante la vista la zona de aquel lado de la ciudad, era la noche buena de ese año, desfilaban al paso de la carretera cantinas, burlesques desnudos (de los dos) table dance etc. Etc. Lo curioso de todos esos lugares sin excepción de ninguno lucían radiantes de foquitos navideños estaban ataviados para  la noche buena.
Ante esto a alguien se le ocurrió exclamar ¡mira aquí también celebran la navidad! A lo que se dejó escuchar una contestación ¡pos también son gentes! El pensamiento general acató a decir…
“no pos si”.








Revista: “Mi Tierra”
Por: Bernardo Morales Barba.